A partir de un artículo muy hermoso del escritor griego Theodor Kallifatides (De padre a hijo) publicado en El País, le pedí al alumnado de 3º de ESO que, después de leerlo, se inspirase en él para emularlo. La idea era que, dirigiéndose a un ser querido, cada uno transmitiese una enseñanza importante para la vida.
Hermana mía, tú me enseñaste muchas cosas, cosas que para mí fueron muy importantes a lo largo de lo que llevo de vida. Me enseñaste a pensar más en mí que en los demás, en no centrar mi vida en la vida de otras personas, a juntarme con gente que realmente me quiera por cómo soy, no por lo que pueda tener o aportar. Me enseñaste que discriminar a alguien por su color, religión o cultura no está bien; me enseñaste que la mujeres no son menos que los hombres aunque alguna parte de la sociedad lo diga; me enseñaste a verlas como realmente hay que verlas: no como un ser menor a los hombres, sino como a un igual; me enseñaste a valerme por mí mismo y a crearme como la persona que soy actualmente y me encante ser. Y por todas estas cosas y más doy gracias de que tú hayas sido mi hermana y de que estés a mi lado siempre para enseñarme lo que está mal y lo que está bien.
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