Buscando a Cervantes (II)

Como ya os explicaba en la entrada anterior, en abril rendimos homenaje a Cervantes con una tarea algo peculiar.
En primer lugar, había que visualizar este documental en el que el actor Alberto San Juan busca información sobre el genio de las letras castellanas para una supuesta representación en la que él encarnará a Cervantes: https://www.youtube.com/watch?v=lZxBsB2LMrk
Después, siguiendo el ejemplo de San Juan y contando con la información del documental, el alumnado tenía que redactar un texto en el que expusiese cómo representaría él o ella al autor de El Quijote.

Aquí está el trabajo de Miguel Ángel de la Torre Rodríguez, en el que se mete plenamente en el pellejo de nuestro homenajeado:

Representación de Miguel de Cervantes

¡Oh! Bienvenido seas, amigo o amiga, bienvenido seas a escuchar mi historia, toma asiento y presta
atención.

En primer lugar, yo soy Miguel de Cervantes, también conocido como "El manco de Lepanto", y voy a contarte mi historia.
Nací en Alcalá de Henares, allá por el 27 o 29 de septiembre de 1547. Es una fecha que no recuerdo con exactitud. He vivido siempre rodeado de mujeres, a mi suerte mujeres inteligentes que me enseñaron muchas cosas: mis hermanas, mi madre, mi abuela, mi amada hija y mi esposa, aunque con ella nunca llegué a tener mucho contacto.
Mi abuelo Don Juan de Cervantes, que era abogado, se había fugado con su amante y sus esclavas,
tanto negras como blancas, dejando atrás a mi abuela. Fue capturado por torturar a un detenido,
acabó en la cárcel y posteriormente también mi padre, por exceso de deudas. Siempre fui una
persona pobre e incomprendida, que lo único que quería era que aplaudieran mis logros o, al menos,
me prestaran algo de atención. Pero si ellos no saben valorar el arte cuando lo tienen de frente,
ellos se lo pierden. ¡Ja! Esos mendrugos medievales no sabrían diferenciar un diamante de un trozo
de estiércol.

Pero no todo fue tan malo para mí. Yo escribí la primera novela en castellano: Don Quijote de la
Mancha, que muchos años después sería reconocida en todo el mundo y traducida para que todos
pudieran disfrutar de mi gran obra.
Y ahora os voy a explicar en un pequeño resumen por qué me llamaban “El manco de Lepanto”
ya que se nos echa el tiempo encima. No es que me quedara manco realmente, sino que en la batalla
de dicho lugar recibí un disparo mal dado en el brazo izquierdo, quedándoseme tullido e inmóvil. Los
médicos decían que era una herida espantosa, pero para mí era hermosa.

Finalmente fallecí de diabetes en Madrid. Tras una vida llena de desdichas, recibí mi merecido
descanso eterno.

Y hasta aquí mi historia, muchas gracias por leerla y siento que se haya hecho tan extensa.
Hasta la vista.


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